Gracias a mi cuñada Isabel, he podido recuperar esta receta que de vez en cuando hacía mi abuela Cayetana, que a su vez la heredo de su madre (mi bisabuela) y ésta a su vez de su madre (mi tatarabuela)... Permanece aún en lo más recóndito del hipocampo de mi cerebro el recuerdo del olor que inundaba toda la casa de mi abuela materna cuando las hacía.
Elaboración culinaria de aires muy antiguos, de épocas donde no se conocía ni la prisa, ni la tortilla española hidrogenada, ni otras sofisticaciones y pamplinas armelás de Ferran Adrià y de sus discípulos mamarrachos.
Es una foto en blanco y negro de mis recuerdos, ahora salidos de su contexto original. Yo lo viví, y parece, a mis poco más de 50 años, que estoy recordando un mundo extinguido, en la historia remota, pero tan reciente, de un mundo que ya dejó de existir. Y es que el futuro, aunque algunos no lo quieran, siempre acaba por ganar la partida. Lo que hoy es presente, mañana ya será, irremediablemente, pasado.
Ingredientes:
• 1 kilo de castañas pilongas (secas)
• 8 ó 12 cucharadas soperas de azúcar (según el gusto de cada uno)
• 1 cañita grande de canela en rama
• 1 cáscara de limón
• 1 muñequilla de gasa con el contenido de un botecito de matalauva (anís en grano)
• 1 cucharada sopera de miel (opcional)
• agua
Preparación:
Lavamos bien las castañas y las ponemos en remojo el día anterior, entre 8 y 12 horas.
A la mañana siguiente preparamos la muñequilla: Estiramos la gasa, colocamos la matalauva en el centro, cogemos las puntas de la gasa y la amarramos con hilo.
Ponemos las castañas en una olla a candela fuerte, cubriéndolas por encima unos cuatro dedos (es importante no pasarse con el agua), junto con la cáscara de limón, el azúcar, la canela en rama, la muñequilla con la matalauva, y si se desea más dulce, añadimos la cucharada sopera de miel.
Cuando empiece a hervir, bajamos la candela y dejamos que se vayan haciendo muy lentamente. Si las cocinamos en una olla normal, el potaje estará listo entre una hora y media y dos horas; si lo hacemos en una olla exprés en una hora aproximadamente estará listo.
Antes de apagar la candela, sacamos un puñado de castañas y las trituramos en un mortero o en una batidora y las volvemos a echar en el potaje para que espese el caldo.
Dejamos que se enfríe un poco y servimos templadas, aunque esto va al gusto de cada uno.
Es un plato típico de otoño e invierno.