Ha sido además, el tradicional modo de combatir el frío. No hay nada más estimulante y apetecible que las sopas y muy en especial la sopa de ajo, que es la más propicia no sólo para las bajas temperaturas, sino para las jornadas trasnochadoras.
Y es que las sopas de ajo y sus innumerables variaciones tienen sin duda una historia apasionante. Hasta tal punto que incluso algunos historiadores aseguran que algo similar a la sopa de ajo ya se consumía en Hispania antes de la invasión de las legiones romanas.
Antaño no se le atribuían las virtudes terapéuticas que mas tarde las han elevado a la categoría de receta del medico, recomendada especialmente para la cena de algunas personas de edad que quieren prolongar su vida con parsimonioso y prudente régimen.
La buena doctrina es que las sopas de ajo deben saber solo a sopa de ajo, aunque los ingredientes básicos y la preparación varían a lo largo y ancho de nuestra geografía, según el gusto de cada zona: En algunos lugares se le agregan cominos y las tuestan en horno. En otros sitios se les pone perejil y huevos picaditos, en algunas provincias costeras se le agregan mariscos o pescados, en otros les agregan tomates y pimientos rojos; pero la buena doctrina dice que las sopas de ajo deben saber solo a ajo ¡¡¡¡¡ (y aceite de oliva virgen).
Ingredientes:
• 1 pan prieto, duro de varios días
• 1 vaso de oliva virgen extra
• 1 buen cogollo de hierbabuena fresca
• 15 dientes de ajos
• ½ cucharita de pimiento molido (pimentón)
• 1 litro de agua
• Sal
• Opcionalmente:
• 1 huevo por ración
• Caldo de puchero en vez de agua
• 1 Pastilla de avecrem
Preparación:
Inmediatamente echamos el pan prieto cortando en rebanadas muy finas (tostadas o no) y lo removemos todo. A continuación añadimos el agua hirviendo, la sal y la yerbabuena y esperamos que hierva entre cinco y ocho minutos con la candela muy baja.
Apagamos la candela y dejamos reposar un ratito. Servimos muy caliente.
Si queremos darle más consistencia a la sopa, podemos zamparle un huevo entero por ración y se tienen cociendo hasta que la clara se ponga blanca. Hay a quien le gusta revolver los huevos al echarlos y hay a quien le gusta verlos enteros en el plato, eso va gusto del consumidor.
El agua la podemos sustituir por caldo de puchero que nos haya sobrado días antes. Y a falta de caldo de puchero podemos usar una pastilla de Avecrem por cada medio litro de agua.
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